Vivimos en un pueblo, situado en un enclave natural privilegiado, con una riqueza paisajística envidiable. Lo tenemos todo, playas maravillosas, parajes naturales, campos de golf, y todo ello magníficamente comunicado por autovía. Tenemos todo el potencial necesario para que Pilar de la Horadada sea un referente turístico. Un potencial que pudiera aportar decenas de puestos de trabajo, si estuviese bien gestionado, pero que, hoy por hoy, se encuentra evidentemente desaprovechado.
Para saber en qué fallamos, basta con hacer una pequeña comparativa con otros municipios del litoral mediterráneo, que tienen una población parecida al nuestro, y muchas veces inferior, y con potencial turístico similar. Lo primero que observamos, en que todos ellos se han convertido en destinos turísticos archiconocidos y generadores de una envidiable economía. Podríamos citar Chipiona (Cádiz), que con una población de 17.952 habitantes, ofrece un abanico de 17 establecimientos hoteleros, podríamos seguir con Vera (Almería), que con una población de 17.823 habitantes también ofrece el mismo número de establecimientos hoteleros, o más cerca de nosotros Mazarrón ( Murcia), que suma más de 10 de ellos.
Encontramos ahí el principal hándicap, con el que se topa nuestra localidad, la falta de alojamientos. Llevamos años reclamando la construcción de hoteles que permitan multiplicar la oferta de ocio en nuestro pueblo, tanto en la época veraniega cómo en temporada baja. Pero nuestros políticos, los que gobiernan nuestro ayuntamiento, parece ser que son insensibles a nuestras demandas.
La construcción de esos hoteles, permitirían también dar empleo a nuestros jóvenes, que están descorazonados por la falta de oportunidades que encuentran en su pueblo, además de inyectarle nueva vida a nuestros comercios, nuestros bares, nuestros restaurantes. Permitiría también darles vida en temporada baja, cuando nuestras playas podrían ser sobradamente aprovechadas para ese turismo de descanso y relajación tan demandado ahora. Para que sirven tantas banderas azules, si no somos capaces de rentabilizarlas ni mínimamente.
Y ante todo ello, nos asalta una pregunta: tan torpes son los políticos que rigen nuestro Ayuntamiento, o es que, simplemente no les importan los problemas de sus ciudadanos, porque ellos, en su cómoda poltrona, tienen la vida más que solucionada, pues posiblemente se trate de las dos cosas. Su ineptitud está de sobra demostrada a lo largo de su trayectoria, y de su apego al sillón mejor ni hablar. En vuestras manos está dar paso a otras alternativas, a otras personas con ideas e ilusiones, que sean capaces de aportar con su trabajo, proyectos de inversiones que remedien de una vez por todas, todo lo que se está haciendo tan mal.